Los problemas principales que se presentan en las calderas de vapor se producen por los procesos de incrustaciones, corrosiones, arrastres y depósitos.
Para acondicionar el agua de las calderas de vapor es necesario añadir productos químicos que, sin modificar la composición, transformen radicalmente su comportamiento alargando el tiempo de vida del sistema.
Existen dos tipos de formación de incrustaciones; las cristalinas o depósitos. Para el primer caso se emplean inhibidores que actúen eficazmente, de forma que se puedan limitar los depósitos de sales.
En segundo lugar, se emplean inhibidores que impiden la formación de depósitos en forma de barros o fangos.
Su objetivo es reducir a velocidad de corrosión. Los inhibidores más utilizados son los que se fijan sobre las paredes por absorción o por formación de capas aislantes protectoras suprimiendo el contacto metal-agua.
Es importante recalcar que antes de utilizar los productos de acondicionamiento en calderas de vapor hay que asegurarse del destino del vapor ya que si es de carácter alimentario. Habrá que emplear productos adecuados no tóxicos.
La corrosión de las líneas del condensado se motiva por la formación del ácido carbónico este problema se puede corregir mediante el uso de aminas neutralizantes y fílmicas.
Cabe mencionar que este tipo de aminas son volátiles por lo que al ser dosificadas a las líneas de alimentación estas son arrastradas por el vapor producido por la caldera.
Las purgas consisten en extraer de la caldera un porcentaje del agua que se encuentra en su interior reemplazandola con agua de alimentación o red completando el caudal requerido por la caldera.
Para determinar que el número de purgas es el adecuado dentro del sistema, se realiza mediante la medición de los ciclos de concentración. Existen dos tipos de purgas la primera purga es de fondo o lodos y en segundo lugar las purgas de superficie o sales disueltas.
La eficacia de un tratamiento es generada por la buena aplicación y de su control ya que es de suma importancia que exista un monitoreo por medio de un operador especializado en temas de calderas.
Este control se realiza por medio de análisis fisicoquímicos a fin de comprobar que los parámetros y estados de concentración en los diferentes puntos del circuito estén dentro de los límites permisibles y se asegure la dosificación requerida de los productos de acondicionamiento.
Referencias:
Cid Ygnis Jaime Santiago. Guía calderas industriales eficientes: Cap 3 El agua en las calderas de vapor, 2012. Madrid, España. Graficas Arias Montano, S.A.